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Libro 50 ANIVERSARIO DEL CAPÍTULO DE CABALLEROS DEL CORPUS CHRISTI
TARASCA Y GIGANTONES (preceden a la procesión)
Su origen se remonta por los tiempos hasta confundirse con tradiciones, mitad religiosas, mitad profanas; estas mismas tradiciones sitúan el origen de la Tarasca en la Provenza
francesa, concretamente en Tarascón, en el actual departamento de Bouches-du-Rhône. Los habitantes de Tarascón se libraron de la bestia gracias a las oraciones a Santa Marta. Actualmente es un dragón de madera y lona, pintado con colores agresivos e impactantes. Además de la Tarasca, en Toledo, se revive cada año la Tarasquilla o Ana Bolena, que se exhibe a lomos del monstruo que representa a los vicios, haciendo referencia a la mujer de Enrique VIII de Inglaterra, quien al repudiar a su esposa auténtica, Catalina de Aragón, inició el cisma anglicano.
Es en el año 1665 cuando, según documentos, aparece por primera vez la Tarasca en el Corpus toledano, aunque ha habido paréntesis de varios años de no salir, debido a su mal estado de conservación. En 1985 se construyó una bestia nueva que precede en su huida, acompañada por los gigantones, al desfile del gran homenaje al Cuerpo de Cristo.
ESCUADRÓN DE CABALLERÍA
No hace mucho, poco más de cuarto de siglo, se ha incorporado abriendo cortejo, un Escuadrón de Caballería de la Guardia Civil ataviado con uniforme de época, de gran
gala. Su tradición histórica, su espíritu de servicio, su probada eficacia y, por que no, la vistosidad de sus uniformes convierten al escuadrón en un prólogo brillante para una gran
procesión.
HEREDEROS DE LOS ANTIGUOS SERVIDORES DEL CONCEJO Y DEL CABILDO
Los más veteranos de la Ciudad Imperial recuerdan oficios y dedicaciones —algunas superadas por los tiempos— que se rememoran incorporadas al desfile, como el pertiguero, los perreros, los cortasogas, los maceros, vara de plata, así como los pregoneros municipales que recorrían las calles pregonando al aire de la ciudad y para el pueblo, hechos relevantes de diferente signo ayudándose, para reclamar la atención de los vecinos, de los timbales con los que hoy desfilan a caballo, en un salto cronológico desde el siglo XVII, con vestimentas —calzón y casaca de paño rojo, tricornio negro ribeteado de oro, alzacuello y bocamangas verdes— que recuerdan las historias de otros tiempos; también aquellos servidores del Cabildo y del Concejo, herederos de antiguos cargos que ayudaban a dar solemnidad a estas celebraciones con casacas de embellecidos agremanes, pelucas según los distintos cometidos, calzas, bocamangas, botonaduras, sombreros, bonetes, birretes… recuerdos y adornos de otra época para asistentes, tanto del común como catedralicios.
Heraldos de la Diputación provincial con sus singulares coturnos de punta curvada, jubón listado en rojo y oro, rica dalmática de terciopelo verde con el escudo imperial sobrebordado por las monjas adoratrices y con sus mazas de plata maciza y repujada, de varios kilos de peso.
BANDA DE LA GUARDIA CIVIL
Por su parte la banda de música, de gala también, de la Guardia Civil se une a otros conjuntos musicales —municipal y de la Academia— para poner fondo sonoro, en su momento, a la celebración del Corpus en su día grande.
La Banda de la Guardia Civil viste guerrera roja y negra que finaliza en capote y pantalón blanco. Las botonaduras doradas así como los leguis negros dan marchamo de gala al conjunto.
EL PERTIGUERO
El pertiguero anuncia la llegada de la procesión golpeando con su vara, a manera de aviso, en el suelo. Su capa blanca galonada de oro distingue con signo de pureza, al servidor catedralicio que, antiguamente, tuvo gran importancia en las celebraciones del Templo Primado.
El cortasogas que revisaba la víspera por la noche el buen estado de los toldos que sirven de palio a la Custodia y el perrero que, distinguiéndose con su ropón escarlata, tenía como misión espantar a los perros mientras avanzaba el cortejo.
Las autoridades municipales y la Cruz del Cardenal Mendoza van acompañadas por los maceros revestidos por dalmáticas de seda roja, cubriéndose con gorrilla a tono, adornada con airones más claros que lucen en lo alto el escudo del águila bicéfala. Las mazas que portan son del siglo XVI, procedentes de la capilla de los Reyes Nuevos de la Catedral Primada. Están decoradas con las armas de los reinos de Castilla y León.
LA CRUZ PROCESIONAL
La Cruz procesional está realizada en plata dorada con dimensiones de 160 x 80 cm, yendo montada sobre una manga de seda bordada en oro.
COFRADÍA DE HORTELANOS DE SAN MIGUEL
Los hortelanos forman el único gremio que ha perdurado sin interrupción desde la Edad Media hasta hoy; debido a esta antigüedad encabeza el desfile de los distintos capítulos que participan en la procesión del Corpus Christi. Antiguamente eran los propios hortelanos —muchos de origen morisco— los que solicitaban al Cabildo catedralicio abrir el cortejo para evitar toda sospecha ante los ojos de la Inquisición.
La Cofradía del Gremio de Hortelanos de San Miguel no llegó a desaparecer nunca pero sí sufrió, por mor de los tiempos, disminución en el número de cofrades, agricultores y hortelanos de la capital toledana.
ESTANDARTES Y NIÑOS DE PRIMERA COMUNIÓN
Les siguen un nutrido grupo de estandartes que representando a las cofradías participantes, son portados por niños que han recibido su primera comunión dentro del año; Eucaristía y Corpus para todas las edades.
GRUPOS JUVENILES
Tras ellos se incorpora una representación de jóvenes de las veinticuatro asociaciones juveniles de carácter religioso que, integradas en Toledo, desarrollan su actividad espiritual.
COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DEL VALLE
Los Hermanos de Nuestra Señora del Valle desfilan con traje negro y medalla de plata al cuello y, aunque esta cofradía tiene una larga historia, es una de las instituciones de más reciente incorporación a la procesión.
Se unió al cortejo junto a las hermandades de Santa Bárbara y Nuestra Señora de la Candelaria. Un año después llegaron las hermandades de la Virgen de la Estrella, San José y Virgen de la Alegría. Por su parte la de Nuestra Señora de la Candelaria es la representación del barrio toledano de Azucaica. Es una de las cofradías más jóvenes de la ciudad.
HERMANDAD DE NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO
En la hermandad de Nuestra Señora del Rocío mujeres y hombres desfilan con traje negro: ellas con mantilla española y peineta, ellos portando largos varales de plata rematados con el águila bicéfala.
COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO DEL CALVARIO
Un estandarte granate con dos corbatas anchas al viento, nos anuncia a una numerosa hermandad que integra a más de quinientos miembros: la Cofradía del Santísimo Cristo del Calvario.
COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA VEGA
De antiquísima devoción, la Cofradía del Santísimo Cristo de la Vega fue fundada por empleados de artes gráficas y periodistas en 1929. En la actualidad es muy numerosa. Su titular es el protagonista de una de las leyendas más impactantes de emoción y sentimientos, de la literatura española: “A buen Juez, mejor Testigo”, de José Zorrilla.
HOSPITALIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
Sor Petra, religiosa de la Caridad cuyo trabajo se desarrollaba en el Hospital “Virgen de la Salud”, de donde se nutrió la Hermandad en los primeros instantes, fundó en 1965 la Hospitalidad de Nuestra Señora de Lourdes. Desfilan con uniformes de enfermeras.
ESCLAVITUD DE NUESTRA SEÑORA DEL SAGRARIO
La Esclavitud de Nuestra Señora del Sagrario es la Hermandad de la Patrona toledana. El hermano mayor porta la “vara de plata” como símbolo de su autoridad.
COFRADÍA INTERNACIONAL DE INVESTIGADORES
Una de las hermandades toledanas de más reciente creación es la Cofradía Internacional de Investigadores del Santo Cristo de la Oliva, que tiene su sede canónica en laiglesia mozárabe de San Sebastián de las Carreras, aunque su domicilio civil es el edificio que cobija el Ayuntamiento de Toledo.
Sus actividades están vinculadas a la investigación con carácter católico ecuménico, por lo que quienes pertenecen a ella están en posesión de título universitario. En la actualidad tienen representación más de sesenta disciplinas académicas procedentes de los cinco continentes.
Su vestimenta consiste en una amplia toga de terciopelo negro rematada por un pequeño cuello de lechuguilla, blanco; birrete con borla de seda del color representativo, cada cual de su facultad. Las titulaciones están diferenciadas por el color de las mucetas que cubren sus hombros.
CRUCES PARROQUIALES
Los signos fundamentales del cristianismo, las Cruces Parroquiales representando a todas las parroquias de Toledo, aunque no estén presentes en su totalidad, son portadas por representantes de las diferentes parroquias en el magno desfile.
ADORACIÓN NOCTURNA
La Adoración nocturna fue fundada por el francés Herman en 1848, bajo el lema “Adorado sea el Santísimo Sacramento, Ave María Purísima”.
Este movimiento de marcada intención reverencial llegó a Toledo en 1899. Sus banderas blancas suponen un impoluto homenaje a la Eucaristía.
RELIGIOSAS DE VIDA APOSTÓLICA
Veinticuatro casas abiertas tienen en la ciudad las Religiosas de Vida Apostólica, quienes comenzaron a salir en la procesión en la década de los setenta, si bien en los últimos años han visto disminuido el número de monjas. Destacan en el desfile por su pausado caminar, su silencio y veneración al acompañar al Señor.
CABALLEROS DE LA SOBERANA ORDEN MILITAR Y HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE JERUSALÉN, DE RODAS Y DE MALTA
En 1530, con la aprobación de dos figuras de gran brillo en Occidente y en el mundo, el Papa Clemente VII y el Emperador Carlos V, el caballero francés Philippe de Villiers de l’Isle
Adam, tomaba posesión de un islote próximo a la isla de Sicilia: era la isla de Malta, el soporte que la Orden de San Juan de Jerusalén había encontrado y aceptado, para que fuera su asentamiento, tras su gran actividad en los Santos Lugares, Chipre o la isla de Rodas.
La misión de la Orden se define en su lema: “Tuitio Fidei et Obsequium Pauperum”. “Todo en defensa de la fe y al servicio de los pobres”. Ahora, los descendientes de aquellos caballeros siguen en la tarea de realizar acciones benéficas y hospitalarias, por lo que la Orden de Malta es una institución de carácter jurídico con fines humanitarios.
Tuvo, en la actual región castellano-manchega y concretamente en la provincia de Toledo, una gran importancia, sobre todo a finales del siglo XII. Por su antigüedad, los hábitos negros con las cruces de ocho puntas abren la unidad en la que desfilan Mozárabes, Infanzones de Illescas, Caballeros del Santo Sepulcro y Caballeros del Corpus Christi.
CAPÍTULO DE CABALLEROS MOZÁRABES
Según parece, la primera Cofradía mozárabe se creó en época del Cid; en el siglo XIV apareció la de Don Diego de la Salve, reconstituida en 1966, año en el que volvió a tomar parte con carácter habitual y definitivo en la procesión del Corpus Christi.
Sus primeras ordenanzas provienen de 1513, si bien tuvieron que esperar hasta 1966, para constituirse como Hermandad.
Su sede canónica está en la Iglesia de San Lucas, aunque en otros momentos de su historia estuvo en la iglesia de Santa Eulalia.
En la Catedral Primada pueden oírse misas con el rito litúrgico mozárabe y, en Semana Santa, este Capítulo desfila con una astilla del “Lignum Crucis”, madera de la Cruz de Cristo.
El Capítulo de Caballeros Mozárabes viste, en la procesión, con hábito azul que lleva una gran cruz de Alfonso VI sobre el brazo izquierdo.
CABALLEROS DEL SANTO SEPULCRO, DE TOLEDO
Se creó este Capítulo en 1927, a instancia del entonces cardenal primado, Monseñor Reig Casanova como conmemoración del Centenario del comienzo de las obras de la Catedral Primada, el Centenario de la Coronación de la patrona de Toledo y el III Congreso Eucarístico Nacional. Como consecuencia de estas felices conmemoraciones se creó una Orden de Caballeros entre los notables de Toledo, bajo el lema de devoción y patriotismo recogidos en los conceptos de Patria y Fe, amparados en la Cruz potenzada del Cardenal Mendoza para acompañar, dando guardia y honor al Santísimo, el día del Corpus.
Su vestimenta marfileña de paño de Béjar, con una gran Cruz potenzada de gules sobre el hombro y brazo izquierdos, destaca en la procesión del Corpus por las calles de la Ciudad Imperial, desde 1928.
CABALLEROS INFANZONES DE NUESTRA SEÑORA DE LA CARIDAD, DE ILLESCAS
En los ámbitos procesionales, a este grupo se le conoce coloquialmente como Infanzones de Illescas, ya que tienen la sede capitular en el Hospital de Nuestra Señora de la Caridad de aquella localidad sagreña.
Es una de las agrupaciones, de su clase, más antiguas de España, habiéndose reorganizado el Capítulo en 1925, con actualización de sus fines, ya que los primitivos infanzones eran caballeros dispuestos a servir al rey con armas y caballo. Los Infanzones de Illescas visten capa roja con gran Cruz griega encuadrada y florenzada sobre el brazo izquierdo; gran cuello blanco de valona, sombrero rojo y guantes blancos. Al cuello el gran cordón del Capítulo. El vexilum o estandarte es de color rojo, como los hábitos, y lleva en el centro una gran cruz florenzada, blanca, encuadrada.
CABALLEROS DEL CORPUS CHRISTI
Cuando bajo las bóvedas de la Catedral Primada reverbera la voz de uno de los prestes desde el púlpito alzado a media altura sobre la reja de Villalpando, invitando al Capítulo de Caballeros del Corpus Christi a incorporarse al cortejo, se percibe una pulsión especial entre las huestes de uno de los grupos más numerosos y comprometidos con el gran desfile eucarístico toledano. Más de un centenar de personajes del Greco con regusto velazqueño, se ponen disciplinadamente en columna de a cuatro, en torno a la girola para que cuando ganen la salida por la Puerta Llana, puedan convertirse en dos filas, cuya ordenada formación ya no abandonarán en su piadoso periplo por las calles de la ciudad, hasta el regreso.
Dos filas reafirmadas en dos importantes cimientos: la religión con un especial fervor por Cristo-Eucaristía como principal anclaje de su espiritualidad y una hispanidad de sentimientos especialmente aglutinantes.
Nuestro Capítulo de Caballeros del Corpus Christi fue concebido en el antiguo Instituto de Cultura Hispánica, organismo dedicado específicamente a las relaciones, sobre todo culturales, entre España y los países de origen hispano, por lo que son Miembros Natos de nuestra Hermandad, los Embajadores de los Estados iberoamericanos y Filipinas, siempre que cumplan las condiciones previstas en sus reglamentos, por lo que el Capítulo es conocido coloquialmente como “Los Embajadores”. En la actualidad ha ampliado su círculo de influencia recibiendo en su seno devoto y agonista a personas destacadas de otras profesiones —notarios, cirujanos, educadores, registradores de la propiedad, periodistas, médicos, abogados, economistas y un solidario etcétera—, unidos todos por el respeto a las leyes, y la defensa de los valores tradicionales como la familia, la libertad, la religión, la verdad y la justicia.
En la ceremonia de investidura, de hermosa solemnidad, se recomienda a los que toman Orden de Caballeros que en adelante, han de ser más nobles y virtuosos que el
resto. “Por esto en latín los llamaban Mílites, porque se escogía entre mil, uno, por sus propias calidades conformadas, en gran medida, por las virtudes cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza”.
Los Caballeros son conscientes de que para intentar ser los mejores y aspirar a la excelencia, se exige postergar el relativismo, la tibieza espiritual, la falta de compromiso, el pasotismo insolidario, la vulgaridad insatisfecha, la indolencia ante el que sufre, el egoísmo intransigente, la intolerancia intelectual, la ausencia de convicciones, el rencor moral, el desprecio iconoclasta, la inquina de los fanáticos, el odio multidireccional y, en resumen, toda conspiración radical que atente contra los valores del espíritu.
El Capítulo está inspirado en las antiguas Órdenes Medievales, por lo que en los estatutos se recoge el compromiso de “luchar contra la injusticia, el hambre y la inmoralidad, así como promover la paz”. Sus ordenanzas fundacionales fueron aprobadas el 18 de noviembre de 1958, erigiéndose canónicamente el Capítulo, por Decreto de ese mismo día.
La veste de los Caballeros del Corpus Christi se compone de manto de lana fina de color verde oscuro, cerrado, en forma circular y de una sola pieza, llevando sobre el pecho tres cruces patadas, de terciopelo, la del centro mayor, ribeteadas de oro, en recuerdo de las que, orgullosamente, ostentaba el velamen de las carabelas descubridoras del Nuevo Mundo en 1492, junto a la nao capitana, Santa María; al cuello gola blanca rizada. Un cíngulo o fiador de cordón de seda verde da la vuelta al cuello ajustándose con un pasador sobre el pecho, para que las dos borlas caigan a la altura de las rodillas; el birrete es cuadrangular, de seda también de color verde, con aletas plegables y borla; los guantes blancos. La venera es de plata repujada, con el águila bicéfala imperial, en cuyo escudo se inscriben las tres cruces esmaltadas en verde.
El guión, también de paño verde, con las tres cruces ensanchadas de terciopelo ribeteado en oro, sostenido por mástil de color oscuro, recuerda donde se encuentre, la gesta descubridora de Cristóbal Colón y sus hombres de confianza —soldados, religiosos o sencillos españoles de espíritu ecuménico— quienes pusieron su perdurable semilla más allá del mar Océano.
La borla del birrete, las del fiador y su pasador, en el Maestre y en el Preboste, son de oro. En el resto de las dignidades del Capítulo, de plata. En el cortejo, los caballeros conforman las dos orillas de un río de piedad cuyo preclaro cauce rebosa de servicio a la religión, a la sociedad y a la vida, con firmes anclajes
en el libre albedrío, sólo condicionados por la omnipotencia del Creador y el respeto a los demás.
Cabezas senatoriales, junto a jóvenes de nuevos bríos que aseguran la sucesión generacional del Capítulo en fresca aportación a la mística de una luminosa fe común en la Eucaristía, instituida por Cristo en la Sagrada Cena, con el misterio como base subyacente de la religión. El Maestre es el propio Arzobispo Primado de España quien junto al Presidente del Cabildo, son también Miembros Natos del Capítulo. El resto de los Caballeros Investidos son Miembros Numerarios con derecho al tratamiento de “Muy Ilustre Caballero”.
La ubicación del Capítulo está en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana y Primada, por especial concesión del Arzobispo y del Cabildo, siendo su Sede en estos momentos, 2008, la Capilla de Santiago, patrocinada como capilla familiar por el Condestable de Castilla, Gran Maestre de Santiago, Don Álvaro de Luna, favorito, hasta su caída en desgracia, del rey Juan II de Castilla. Su viuda Doña Juana de Pimentel y su hija María de Luna, terminaron esta bella estancia de bóveda estrellada y estilo gótico flamígero. La formidable Sala Capitular, a la que se accede por angosta puerta, mandada construir por el Cardenal Cisneros, es otro de los lugares testigos de la fervorosa actividad de los Caballeros de Corpus Christi en la Catedral que, junto a la Investidura como Caballeros Armados en el altar mayor, es privilegio exclusivo de este Capítulo.
Aparte pinturas murales, artesonados de lacería y otras obras de arte, la Sala Capitular guarda los retratos de los prelados que han dirigido la diócesis de Toledo, desde San Eugenio († 96), pasando por Cisneros († 1521), hasta los cuatro cardenales que han sido, a lo largo de estos cincuenta años hasta el actual, Don Antonio Cañizares LLovera, Maestres del Capítulo. Tras el recorrido de la procesión piadosamente gozosa en honor a Cristo Sacramentado, lo mismo si el sol estalla sobre el pecho de caliza de Toledo, como si los cielos lloran sobre las desdichas de la humanidad, el Capítulo del Corpus Christi ingresa de nuevo por la Puerta Llana, en la Santa Iglesia Catedral Primada y mientras se acercan al altar, los caballeros levantan sus ojos hacia el viril majestuoso, expuesto en la custodia ante la rutilante Capilla Mayor, renovándose con devota humildad y fervor en la fe milenaria que les trajo hasta Toledo para, en palabras del poeta latino Horacio, reconocer esperanzados: “Non omnis moriar”; No moriré yo todo.
COFRADÍA DE LA SANTA CARIDAD
La Santa Caridad —posiblemente la cofradía más antigua del mundo cristiano— fue creada por el Rey Alfonso VI, tras la reconquista de Toledo. Su finalidad, entonces, era enterrar a los muertos, sobre todo a los que morían en la guerra, por epidemias o ahogados en el río. Su lema es “Deus Caritas Est”. Ahora asisten a enfermos y ancianos. Avanzan junto a la Custodia por sus méritos adquiridos como hermandad de socorro; incluso asistieron al Greco en sus últimos momentos.
CRUZ DE MENDOZA
Entre mazas de plata y ciriales desfila la Cruz de Mendoza, uno de los guiones más sobresalientes del Corpus toledano vinculado también a la tradición portuguesa. Abre paso al clero catedralicio divisándose gracias a la altura de su vástago. Según la tradición fue el primer símbolo cristiano que se izó en la torre de la Vela de la Alhambra, cuando fue ganada por los Reyes Católicos, el 2 de enero de 1492. Es una discreta cruz patriarcal de gran valor histórico, trabajada a mediados del siglo XV y a la que se conoce por el nombre del Cardenal Pedro González de Mendoza.
SACERDOTES DE LA CATEDRAL Y CABILDO PRIMADO
La mayor variedad y riqueza en vestiduras litúrgicas, la aportan los capitulares de la Catedral. Próximas a la Sacristía, en las salas de ropas, se conservan, entre otras vestes, capas pluviales de gran valor histórico-artístico.
LOS PAJECILLOS
Son los pequeños héroes de un desfile en el que hay que dosificar la fuerza física, sobre todo en edades tempranas, en las que se integran los pajecillos multicolores que alfombran de pétalos de flores el paso del Sacramento.
Son heraldos herederos de los “seises” que precedían a la Custodia con sus cofias, sus pelucas blancas, su capillo a la espalda y sus trajes de influencia barroca.
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LA CUSTODIA DE ARFE
Una obra tan impresionante como la gran Custodia de Arfe tenía que disfrutar de una historia rica en detalles y aún de una corona, también plural, de tradiciones y leyendas populares, como la de que el ostensorio para la exposición de la Sagrada Forma se realizó con las primeras onzas de oro que Cristóbal Colón trajo de las Américas.
En 1515, tomó forma el proyecto que iba a dar a la Custodia de Toledo su aspecto actual. La idea era realizar un trono en forma de torre para albergar el viril de oro macizo, para lo que el propio Cardenal Cisneros convocó ese mismo año, un concurso entre prestigiosos artistas, como Juan de Borgoña o Copín de Holanda, que terminó ganando el platero alemán Enrique de Arfe, quien acababa de afincarse en España.
Enrique concertó en 1501 la realización de la custodia, de la catedral de León, luego desaparecida, además de la de Sahagún, gótica con decoración renacentista; la de Córdoba, que terminó en 1518 y la de la catedral de Toledo, obra cumbre de la orfebrería, que finalizó en 1524.
La Custodia es una obra de arte de singularísima belleza que tiene una función fundamental e intrínseca: acoger la Eucaristía. Su presencia es recibida con cohetes, alegría, pétalos, incienso y cánticos. Como todas las obras transcendentales, a su alrededor se han producido noticias, historias y leyendas suficientes como para crear una aureola que aumenta, si cabe, el interés por ella, su simbolismo y su significado.
La estructura, pensada y realizada por Enrique de Arfe, compone un complicado conjunto de pilastras caladas que se unen mediante arquillos con filigranas, hasta formar un templete con forma de torre, de más de 2,5 m de altura y más de 200 kg de peso, para lo que se emplearon 183 kg de plata y 18 de oro. El ensamblaje se realizó por medio de 7.500 tornillos que fueron uniendo, sabiamente, las 5.600 piezas que componen su estructura, más las doscientas sesenta pequeñas estatuillas de diferentes tamaños, situadas bajo doseletes y pequeñas bóvedas repujadas. De ellas destaca la policromada que representa a Cristo resucitado y que está situada en el segundo cuerpo, además de las perlas, esmaltes y rica pedrería.
Ocho años y seis meses fue el tiempo empleado por el artista, hasta que, en abril de 1524, finalizó la obra. En 1595, la estructura de plata fue mandada dorar por el cardenal Gaspar de
Quiroga, siendo de esta época, también, el añadido de los escudos a las doce facetas de su basamento que corresponden a cardenales como Cisneros, Fonseca, Quiroga,
etcétera.
Por fin y por primera vez, el monumento sale en procesión el 25 de mayo de 1595, justo el día que se cumplían 510 años de la reconquista de Toledo. Quedaba aún el problema del transporte y no será hasta el siglo XVIII, en tiempos del cardenal Borbón, cuando se incorpore la carroza de madera forrada de plata y bronce, obra del platero Manuel Bargas Machuca, sobre la que se sustenta.
ARZOBISPO PRIMADO
Tras la Custodia con el Santísimo, desfila el máximo oficiante y presidente del acto acompañado de canónigos y dignidades.
Va revestido con la capa pluvial del cardenal Borbón. El Arzobispo Primado asiste a la procesión tras la Custodia, desde el siglo XIV.
UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA
Después el rector magnífico de la Universidad de Castilla-La Mancha y su equipo de vicerrectores con largas togas negras, mucetas y birretes doctorales con sus colores académicos, acompañados del maestrescuela, cancelario y doctores. Según el protocolo del Cabildo, la UCLM desfila detrás de la Custodia al ser una corporación laica sin fines religiosos.
AUTORIDADES CIVILES Y MILITARES
Por último, cierran el desfile las autoridades civiles y militares encabezadas por el presidente autonómico. Hasta 1978 la autoridad estaba representada por el ministro de Justicia aunque en tiempos anteriores era el propio monarca o persona delegada quien presidía el desfile.
También viene de antiguo la presencia del Ejército datándose la primera aparición en el año 1524. En 1768 la presencia militar fue avalada por las Ordenanzas de Carlos III.
Desde la prohibición de la presencia militar en los desfiles religiosos, por la II República en 1931, ésta no volvió hasta pasada la Guerra Civil. Los militares desfilan con traje de gala enarbolando una bandera que el Ayuntamiento regaló a la Academia de Infantería. De la moharra penden siete corbatas: la de Zaragoza, bermellón; la de la Hermandad de Alféreces Provisionales, roja; la de la Orden del Mérito Militar del Ejército de Brasil, verde oscura; la de la Gran Cruz de la Orden de Mayo de la República Argentina, azul celeste y blanca, así como otras dos procedentes de la enseña de la reina Victoria Eugenia, una roja y otra amarilla.
Julio-César Fernández García
Caballero Investido del Capítulo Hispanoamericano del Corpus Christi