Sí, quiero
Por Julio Cesar Fernández García
Es la contestación sentida que por tres veces ejercita el aspirante a Caballero del Capítulo Hispanoamericano del Corpus Christi en Toledo, a la impostada pregunta del Preboste ante la escalinata del altar mayor de la Catedral Primada de Toledo, una vez rebasada la artística reja de Villalpando en cuya ejecución empleó el artífice diez años de su vida.
Allí están preparados para ser investidos sobre los caballeros y sus chaqués, los hábitos verdes con las tres cruces patadas, recuerdo de las carabelas del Descubrimiento, las golas, los ceñidores, los bonetes… todo aquello necesario para dar solemnidad a un acto de exaltación y refrendo de fe en la Eucaristía.
Reinaba San Fernando, en 1226-27, siendo arzobispo de Toledo el cardenal Rodrigo Ximénez de Rada, cuando se iniciaron las obras de este templo paradigma del gótico español que luego iba a ser Catedral primada. Su construcción se prolongó hasta 1493, año en que se cerraron las bóvedas, tras ir incorporando vicisitudes y estilos a lo largo de más de 250 años. Eran los tiempos de los Reyes Católicos.
La sede habitual del Capítulo de Caballeros del Corpus Christi es la capilla de Santiago de estilo gótico flamígero fundada por don Álvaro de Luna cuya su culminación ordenó su esposa doña Juana de Pimentel, convirtiéndola en panteón familiar. Los enterramientos del matrimonio son obra de Ortiz, estando guardados por caballeros de la orden de Santiago. En la parte izquierda de la capilla, están enterrados el prelado Cerezuela y don Pedro de Luna, parientes de don Álvaro; en la derecha, su hijo don Juan de Luna. El retablo es obra de Zamora, Segovia y Gumiel por encargo de la hija de don Álvaro, María de Luna. La capilla luce los escudos de los Luna, la media luna con las puntas hacia abajo y las conchas de Santiago.
Por una puerta labrada por Hanequin Egas se accede a la antesala capitular en la que se ven armarios de bellas cresterías y ajustados entalles. El techo está formado por un rico artesonado mudéjar con casetones policromados. Los muros fueron decorados con paisajes por Juan de Borgoña.
Ya en la sala capitular propiamente dicha se aprecia un formidable artesonado con casetones en cruz con pinturas de Juan de Borgoña en la parte alta, entre las que destaca un Juicio Final con escenas de Jesús y la vida de la Virgen. Debajo hay un friso con todos los arzobispos que rigieron la diócesis toledana, desde San Eugenio a don Antonio Cañizares Llovera, pasando por Cisneros, Croy y Fonseca, de Borgoña; Tavera y Silíceo de Comontes; Carranza de Carvajal; los de Quiroga, Alberto y Loaysa, de los Velasco; el de Sandoval de Luis Tristán; el de Moscoso, de Ricci; el de Lorenzana, de Goya; y los de Inguanzo y Rivero por Vicente López.
Una vez tratadas las cuestiones sobre la administración y marcha del Capítulo –con intervenciones del Preboste, Canciller, Clavero y sobre todo la aceptación de los nuevos caballeros, el Capítulo se acerca en procesión hasta la Capilla Mayor construida por decisión del Cardenal Cisneros respetando la antigua Capilla de los Reyes Viejos con los cenotafios y efigies de Alfonso VII junto a la Epístola y las esculturas de Doña Berenguela y doña María de Molina.
El retablo es un fantástico monumento de madera dorada al fuego y esculturas policromadas y estofadas, de tamaño natural, con escenas del Nuevo Testamento labradas todas por grandes artistas como Vígarny, Alemán, Egas o Pedro Gumiel, entre ellas: “La Virgen y el Niño”, “La Cena”, “La Adoración de los reyes” o “El Juicio Final”; en el cuerpo alto hay un Calvario con la Virgen y San Juan.
En los laterales reyes, guerreros y prelados. En el otro muro el mausoleo del Gran Cardenal Mendoza, obra de Covarrubias. En el sótano bajo la Capilla hay una urna de ébano con los restos de Santa Úrsula.
La pregunta del Preboste se impone, clara y decidida, por tres veces, y tres veces contesta el Caballero aspirante en el ámbito de la Capilla Mayor:
-¿Queréis ser Caballero? -¡Sí, quiero! -¿Queréis ser Caballero? -¡Sí, quiero! -¿Queréis ser Caballero? -¡Sí, quiero!Una vez finalizado el acto de investidura y la Eucaristía, se regresa a la Sala Capitular donde, en general, con la presencia del Consiliario y el Maestre (Su Eminencia el Arzobispo de Toledo) se recibe cordialmente a los nuevos caballeros armados en la fe eucarística y allí se les entregan los correspondientes títulos que confirman su investidura.
Después se regresa a la Capilla de Santiago.