El Milagro de Bolsena
Fuente Alfonso Muñoz-Cobo y Bengoa
Este milagro Eucarístico, bien conocido en los anales históricos, y que la Iglesia nos anima a conocer, como fuente de manifestaciones de fe que han contribuido a aumentar la devoción de los fieles a través de los siglos. De hecho la mayoría de casos ha dado lugar a tradiciones multiseculares, lugares de veneración y sobre todo ocasiones festivas de manifestaciones de piedad del pueblo en torno a nuestra fuente de vida espiritual: La Sagrada Eucaristía.
El milagro Eucarístico de Bolsena es especialmente interesante para nosotros, pues dio lugar a la institución de la fiesta litúrgica del Corpus Christi. Este caso y otros que están igualmente documentados, ciertamente a tenor de lo que cada época ha permitido, no hacen sino poner de manifiesto la enorme Gracia de Dios y su bondad para con nosotros, ayudándonos a profundizar en la frase evangélica: dichosos los que sin ver creen.
Con él nos cuenta la leyenda viajaron los teólogos Tomás de Aquino y Bonaventura de Bagnoregio, que una vez realizadas las diligencias tomaron el corporal, la Forma y los linos del altar y los llevaron a Urbano IV, que los recibió para llevarlos a la Iglesia de Santa Prisca en Orvieto, sobre la que hoy se erige la catedral, considerada una de las joyas de Italia. Posteriormente el Papa Urbano encargaría un oficio y una misa del Cuerpo de Cristo al propio Santo Tomás de Aquino.
La trascendencia del hecho hizo que el Papa Urbano IV instituyera la fiesta del Corpus Christi el jueves siguiente a la festividad de la Santísima Trinidad. De hecho esta fiesta se introdujo en la liturgia con la bula Transiturus de hoc mundo, sin referencia directa a lo sucedido en Bolsena. La ciudad de Bolsena que hoy recibe a sus visitantes bajo el lema de “Bienvenidos a la ciudad del milagro eucarístico”, es poseedora de una placa de 1573-1574 que atestigua lo referido anteriormente. Existe además otra en Orvieto que data de 1601. Ambas se atribuyen a Hipólito Scalza.
Existen una serie de leyendas populares relacionadas con las reliquias, su permanencia fuera de Bolsena, el fin del sacerdote bohemio Don Pietro, y tantos otros detalles; ello no hace sino subrayar la riqueza de la religiosidad popular de nuestra Europa, nuestra rica herencia de muchos siglos, que ahora parecen querernos arrancar como si fuera un signo de atraso cultural o una carga al progreso en esta nueva Europa que se quiere construir desde algunos, al margen de lo mejor que se puede tener: verdadera riqueza de tradición.
Desde 1811 en Bolsena, además de celebrarse la festividad del Corpus, como en todas las parroquias, por iniciativa del franciscano Francesco Cozza, se celebra una procesión en la que se lleva la piedra que recibió la sangre del milagro en el s.XIII, y en la que participan numerosos fieles. De hecho, cuatro de las piedras y el propio altar del milagro se conservan en Bolsena, desde 1704 en la Capilla Nueva del Milagro.
Desde Urbano IV hasta Juan Pablo II, han sido quince los Papas que han venerado el hecho milagroso, constando una procesión especial en 1950, año en que en la festividad del Corpus Christi se llevaron las reliquias en procesión a Roma, al Papa Pio XII. A partir de 2004 y cada 25 años, las ciudades de Orvieto y Bolsena celebrarán juntas en un acto singular lo sucedido en aquel lejano 1263.
Con él nos cuenta la leyenda viajaron los teólogos Tomás de Aquino y Bonaventura de Bagnoregio, que una vez realizadas las diligencias tomaron el corporal, la Forma y los linos del altar y los llevaron a Urbano IV, que los recibió para llevarlos a la Iglesia de Santa Prisca en Orvieto, sobre la que hoy se erige la catedral, considerada una de las joyas de Italia. Posteriormente el Papa Urbano encargaría un oficio y una misa del Cuerpo de Cristo al propio Santo Tomás de Aquino.
La trascendencia del hecho hizo que el Papa Urbano IV instituyera la fiesta del Corpus Christi el jueves siguiente a la festividad de la Santísima Trinidad. De hecho esta fiesta se introdujo en la liturgia con la bula Transiturus de hoc mundo, sin referencia directa a lo sucedido en Bolsena. La ciudad de Bolsena que hoy recibe a sus visitantes bajo el lema de “Bienvenidos a la ciudad del milagro eucarístico”, es poseedora de una placa de 1573-1574 que atestigua lo referido anteriormente. Existe además otra en Orvieto que data de 1601. Ambas se atribuyen a Hipólito Scalza.
Existen una serie de leyendas populares relacionadas con las reliquias, su permanencia fuera de Bolsena, el fin del sacerdote bohemio Don Pietro, y tantos otros detalles; ello no hace sino subrayar la riqueza de la religiosidad popular de nuestra Europa, nuestra rica herencia de muchos siglos, que ahora parecen querernos arrancar como si fuera un signo de atraso cultural o una carga al progreso en esta nueva Europa que se quiere construir desde algunos, al margen de lo mejor que se puede tener: verdadera riqueza de tradición.
Desde 1811 en Bolsena, además de celebrarse la festividad del Corpus, como en todas las parroquias, por iniciativa del franciscano Francesco Cozza, se celebra una procesión en la que se lleva la piedra que recibió la sangre del milagro en el s.XIII, y en la que participan numerosos fieles. De hecho, cuatro de las piedras y el propio altar del milagro se conservan en Bolsena, desde 1704 en la Capilla Nueva del Milagro.
Desde Urbano IV hasta Juan Pablo II, han sido quince los Papas que han venerado el hecho milagroso, constando una procesión especial en 1950, año en que en la festividad del Corpus Christi se llevaron las reliquias en procesión a Roma, al Papa Pio XII. A partir de 2004 y cada 25 años, las ciudades de Orvieto y Bolsena celebrarán juntas en un acto singular lo sucedido en aquel lejano 1263.